lunes, 3 de febrero de 2014

Somos Instrumentos

Todos hemos visto y escuchado alguna vez a algún músico virtuoso que nos ha deleitado con su música. Normalmente nos centramos en la habilidad del músico para tocar su instrumento, pero no le prestamos atención al instrumento en sí. Enfocándonos en el instrumento, si éste no estuviera bien afinado y calibrado, el músico, por más habilidoso que sea, se vería limitado por su instrumento y no podría crear esas hermosas melodías que tanto nos gustan y que escuchamos una y otra vez. 
Si comparamos nuestras vidas con un instrumento musical desafinado y a nuestro Dios con un músico habilidoso, nos damos cuenta que no podemos ser utilizados por Dios para llegar a los que nos rodean si no dejamos que Él nos afine primero, permitiendo así que nuestro Señor cree una hermosa melodía que impacte a los que nos rodean con nuestras vidas.

La pregunta ahora es ¿Cómo dejamos que Dios nos afine?
Es muy raro ver a un músico afinar su instrumento en público, es cierto que se les puede ver dando ciertos retoques a la afinación, pero la afinación mas grande se hace antes de comenzar a tocar, en privado.

El versículo 6 del capítulo 6 del Evangelio de Mateo dice: 
"Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público."

La respuesta a la pregunta, después de haber leído lo anterior, es muy simple: Dedicando un tiempo todos los días para estar con el Señor, leer su palabra, meditar en ella, orar y dejar que Él nos hable. De esta manera vamos forjando una relación intima con nuestro Dios donde Él nos va afinando en la intimidad y así, una vez afinados, nos puede utilizar en público para bendición de otros. 

Dios te Bendiga.

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